
Siento enfado. Siento rabia. Siento, tristeza. Lágrimas. Llanto. Puño en la mesa. Mi esperanza se está desmoronando con cada gota de lluvia que cae sobre los tejados de Madrid. Es de noche. Mi maquillaje se borra y las lagrimas ahora son de color negro. Mi cara dibujada por la frustración de una mala noticia. Me quito el pintalabios con la manga del jersey y mi labios ya no hablan. No tengo palabras. Lloro. Camino por la calle rodeada de rostros que desconocen lo que está ocurriendo. 6:00 a.m. Ya no está aquí. Y a n o e s t a a q u i Se ha marchado. Esta vez a un lugar donde el avión no tiene retorno. Qué injusto. Siento rabia. Pena. Tristeza. A ella. Le gustaba leer su pronombre en libros ajenos. Le gustaba acudir con disimulo donde la fotografía se firma con nombre y apellidos. Le gustaba despiezar la madera inservible para crear pendientes de singular elegancia. Le gustaba elegir el pincel más preciso. Ella. Mujer de manos delicadas. Con coraje de artista. Se queda, en cada uno de los bailes de noche vieja. Se queda, en cada cerveza de la terraza del coam. Se queda, en cada lectura. En cada presentación. Se queda, en cada concierto de jazz. Se queda, en cada estudio con ventanas grandes. La oigo decir; necesitaba más luz. Si leo en voz alta mis mensajes, se escucha, te admiro. T e a d m i r a r é

El tiempo , es caprichoso y siempre quiere hacer las cosas a su manera. No le gusta empezar la semana, los lunes, suele estar cansado y la pereza es participe de cada movimiento, haciendo que cada segundo cuente y los minutos sean eternos. Después de comer siempre se echa la siesta y se le olvida contar las horas. Le gustar ver tiritar, por lo que cuando hace frío, directamente, se paraliza. En los conciertos suele emocionarse y sus pulsaciones se aceleran a buen ritmo. También le ocurre cuando escucha risas, y los segundos y minutos no dejan casi ni rastro de haber pasado por allí.

Al jazz le gusta jugar a la improvisación, al dejarse llevar, al hablar sin decir nada pero sonándolo todo. Si observas, verás a los músicos como se traspasan los sonidos, dejándose espacios en los que otro interactúa. El jazz es comunicación en su más amplio significado. Y este trío sabe bien lo que quiere decir.

Las raíces son las que nos sostienen para que no caigamos. Mis raíces me recuerdan quien soy cuando estoy perdida. Entre el ruido de la vida encuentro en ellas el silencio y la calma. Cuando hace viento me sostienen y hacen que mis pasos sean firmes. No siempre fue así, hubo años en los que quise cortarme las raíces, como si pudiera andar sin pies. Como si pudiera volar sin alas.

... Abandono fue la última palabra, y desde ese día olfatea las calles buscando el olor a galleta...
Este escrito va dirigido a intentar dar visibilidad a los que no pueden hablar por ellos mismos. Los animales.
Nuestros fieles y leales compañeros.
Seamos conscientes de que se merecen cuidado y respeto.