y restricción.Pertenencia de valor.
Tan valiosa que nadie más la puede ver, ni oler, ni tocar…
Es como una joya preciosa.
Única.
Y tienes que cuidarla a tal punto que la restringes de vivir
por ella misma.
No conciben compartir un espacio con una mujer
que no les pertenezca.
Respetan a su similar ignorándola a ella.
Una mujer occidental, ya no es pura.
Ya no es única para ti, porque otro la tocó.
No es exclusiva.
No la aprecian con ese valor tan majestuoso con el
que adoran a su mujer.
Pero aun así la desean, la aclaman, quieren verla de cerca.
A ella ,a la mujer distinta de tez blanca.
La observan.
Quieren llamar su atención. y cuando consiguen su sonrisa,
la contesta con timidez rozando la inocencia de un niño
que acaba de descubrir el amor.
Extracto de Diario de un viaje a Egipto,
2015
Adriana López
Fotografía de Nacho Peláez