Delhi.Necesitaría tiempo.
Es tanto que abruma.
Su mejor palabra es contraste.
Suciedad, caos, ruido, alboroto, mercaderes, olores, colores, pitidos, humo, contaminación, pobreza, mucha pobreza, gente mutilada y una mansión.
Delhi.
No deja escucharte.
La India.
Relacionada con la paz, la espiritualidad, el encontrarse con uno mismo
y su capital es el lugar con más desorden que puedes encontrar.
Animales.
Vaca, el animal sagrado. Perro, de los peores visto.
Caminas y sus aceras llenas de socavones.
Todos te miran, quieren saber. Quién eres, a donde vas.
Te ayudan entre el mismo caos que ellos han creado. Regateas.
El caos es protagonista constante. Y te cansas.
Ahora escribo desde un tren.
Recorrido desde Delhi hasta Rishikesh, parando en Hairward para tomar un autobús.
Niños mirando.
Yo, con la ventana como televisión que me enseña el mundo.
Su mundo.
La familia. El padre que adora a su mujer, con dos hijos, y el amor perdura. Se miran y sonríen.
A mi lado esta ella, con su bebe que me dio en brazos.
El padre cuidadosamente acoge a la abuela tras él para que todos puedan sentarse en el mismo asiento de tren.
Y nosotras en frente, siendo espectadoras y a la vez observadas por todo el vagón.
Si miro por la ventana, la fotografía sería del color verde y beige.
Alternando basura, mucha basura, terrenos de tierra amarilla con majestuosos árboles verdes.
Y de repente, un lago. Las vías del tren lo rodean.
Y sigue avanzando.
Viaje a la India. Viaje en tren Delhi-Haridwar.
Día 4 -
Adriana López
Fotografía de Adriana López