Ella. Solo ella.
En su casa. En su habitación.
Entre sus sábanas.
Ella.
Solo ella.
Y sus pensamientos.
Fue entonces cuando una nube negra
se asentó sobre su almohada.
Se oían truenos.
Cada vez, más fuertes.
Ella.
Solo ella.
Y gritó.
Tan alto que hasta los pájaros
aposentados en el tejado echaron a volar.
Todo paró.
Se hizo el silencio.
Y ella,